28 de marzo de 2024

SN+ CONEXIÓN NICOLEÑA

Platorma digital Multimedio. Desde San Nicolás de los Arroyos.

¿LAS GALLETITAS EN LATAS ERAN MAS RICAS? ¿CUAL ERAN TUS PREFERIDAS?

AÑORANZAS DE TIEMPOS MEJORES

Muchas marcas emblemáticas como Criollitas, Ópera y Merengadas, Lincoln han acompañado las meriendas y desayunos de varias generaciones de consumidores

En la actualidad, llaman la atención sus paquetes y envoltorios, además de la gran variedad y cantidad, que hacen que ocupen cientos de metros de góndolas en los supermercados, en lugares estratégicos. Cuando yo era chico, eso no existía, pero los fabricantes no se quedaban atrás con sus recursos. Por entonces, las galletas y galletitas venían en latas cuadradas con una ventana redonda de vidrio para mirarlas y tentarse.


En los viejos almacenes, esas latas de galletitas ocupaban una pared entera y generalmente acompañadas con alguna caramerela. Muchas veces era la más visible del local, a tal punto que si ibas a comprar detergente, 100 gramos de queso fresco o aceitunas, terminabas sin querer con un paquetito de un cuarto de galletas, sólo porque al verlas se te hacía agua la boca.



De la ceremonia que se montaba para venderlas en esos negocios de barrio, recuerdo no sólo las formas y colores, sino también el aroma de esas galletas cuando el vendedor abría la lata. Salía de adentro una especie de genio dispuesto a cumplirte el único deseo en el que estabas pensando en ese momento: deshacer esas delicias en tu paladar para completar ese momento íntimo entre uno y el manjar que había comenzado por los ojos y querías coronar en tu boca.


La prolijidad con la que el vendedor las colocaba sobre un papel de almacén (luego en bolsitas), para luego envolverlas con un repulgue tipo empanada completaba el cuadro. Tanto esmero para que, no bien salir del lugar, rasgaras el paquete en la desesperación de culminar ese enamoramiento que había comenzado a simple vista y por la ventanita de la lata.

El guardapolvo de la primaria estaba estratégicamente aprovisionado.  Sus generosos bolsillos albergaban cada mañana un puñado diverso de galletitas dulces. Rhodesia, Tita, Manón, eran de la partida, en fin.

En el recreo largo, el de las diez y cuarto, el carrito con la leche de la escuela pública, daba cuenta del resto.



Envases “Fresch-Pak»

Luego de las latas, EN 1981 comenzaron los envases “Fresch-Pak,” de la mano de Bagley.
Nuestras madres pronto se dieron cuenta que comprando esas cajas de 1 kilo no rendían nada,

porque no hacíamos otra cosa que comer una galletita detrás de la otra.

Los novedosos Fresh-Pack, apenas salieron se vendían como pan caliente en los supermercados, se conservaban mejor las galletitas, mejores que los pack familiares de ahora que te encajan 3 o 4 paquetes cerrados juntos pero cuando queda alguno abierto en la alacena, la humedad y alguna cucaracha hacen su trabajo.
En los 80’s y por culpa de ese envase se escucho más de una vez la frase: «Si te lo llegas a terminar todo hoy, mañana comes pan con manteca»

La aparición de la tecnología Fresch-Pak modificó los hábitos en el consumo hogareño de galletitas. La Fresch- Pak era una caja de cartón microcorrugado que contenía una bolsa de polipropileno de alta calidad, sellada de forma hermética con el objetivo de garantizar la frescura del producto. Esta innovación les permitió a los consumidores adquirir un pack con muchas más galletitas.

Rápidamente, se abandonó la venta a granel -que representaba un 70% del total- y las inolvidables latas se convirtieron en piezas de museo que todavía provocan nostalguia entre los coleccionistas. Este año, se lanzaron las Porteñitas.

Las Rumbas se fue independizando del trío y llegó «Yico Rumba, un particular personaje que fue adquiriendo protagonismo absoluto en las campañas publicitarias. En 2011, amplió además su portfolio con Rumba Chocolatosa, hecho con galletitas de chocolate y relleno de crema de chocolatada. En 2013, se lanzó otra variedad: Rumba Banana Split.

La Traviata conquistó al público con sus célebres «23 agujeritos», una idea publicitaria que transformó a la marca favorita de los argentinos amantes del sándwich hecho con galletitas de agua.

Este nombre adquirió además un tinte histórico a quedar asociado con el asesinato del líder sindical José Ignacio Rucci en 1973 en un operativo que los Montoneros denominaron «Operación Traviata» por los 23 tiros con que asesinaron al dirigente.

Las Chocolinas nacieron en 1975, un auténtico hito en la historia local de las galletitas de chocolate. Siete años después, tuvieron su momento de gloria con la invención de la Chocotorta: una creativa que trabajaba para Bagley pensó en un postre rico para satisfacer el paladar de su cliente tanto como el de sus dos pequeños hijos.

Algunas de esas fantásticas latas de galletitas descansan ahora en los valijeros de un garaje, en piecitas del fondo o en pequeños museos privados. Las usan para guardar tornillos, retazos de cables, enchufes, restos de pinturas, lijas usadas… De todo menos galletitas. Pero sus esferas de vidrio, sucias y de bordes oxidados, atesoran el reflejo de esos momentos que se robaron tantos vueltos pero te hicieron más dulce la vida.

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